Pocos, muy pocos lo confiesan.
Parece que les diera miedo o vergüenza decir que son
creyentes de presagios, que tienen sus “zetas” o creencias especiales sobre
ciertas cosas. En una palabra: ¡Que creen en la saladera! Pero quien mas quien
menos, se sienten por lo menos atraído
con extraña curiosidad, por ese mundo extraño de hechizos y conjuros, cuya mejor
demostración la dan las jugosas cuentas corrientes que manejan muchas personas
dedicadas a la varilla de echar suertes y enderezar entuertos.
El caso en las canciones se presta mucho para argumentar a
favor de los partidarios de la teoría que existen personas y cosas “saladas” y
aun determinados discos tienen esa mentada saladera que algunos no pueden
apartar de su mente y otros detestan ,tal vez porque le guardan recóndito temor.
Se ha dado en llamar ignorantes y atrasados a quienes
esbozan siquiera la idea de credibilidad a tales asuntos, pero es innegable que
aún en los tiempos modernos, la actividad continúa con buenos resultados para
quienes la practican.
Desde luego ,hay quienes extreman la nota y ven salazón por
todas partes, y para colmo de su angustia, sus allegados, lejos de ayudarle a
encontrar los filtros que contrarresten malas influencias, le dan su descarga
diciéndole que “todo aquel que cree en la saladera, termina salándose”.
¿Pero cómo hacer para no pensar en ello, si uno se está dando
cuenta que cada vez que se pone el pantalón beige que sacó fiao y nunca pudo
terminar de pagar, le ocurre algo desagradable?
Y para qué se lo pone, sería el consejo más que lógico de
cualquiera, con la respuesta más que lógica también, que sólo tiene tres
pantaloncitos y si le da de baja a ese, las cosas empeorarán, porque además su
mujer, quien dice no creer en las malas influencias, no se lo permitiría.
Y cuando cierta mañana, al ir a tomar el periódico tirado por
debajo de la puerta, se halló una rara humedad en el piso que se trasladó al
periódico..No, no podía ser “meao” del perro porque este estaba todavía en el
patio con puerta cerrada y todo.
Todo preocupado, pudiendo más en él las ganas de enterarse de
lo que le pronosticaba el horóscopo que el temor a la misteriosa humedad, abrió
el periódico para enterarse que ese día estaba en la olla, y que le aconsejaban
tener cuidado.
El hecho que al día siguiente le aparecieran unas vejigas en
la mano, con rasquiña insoportable, y que el periódico le cancelara su
suscripción después de una gabela de seis meses para pagar el atraso, puede ser
una coincidencia, claro, pero…también puede ser otra cosa.
Ese día, igual que el pobre Peraloca, le había dicho a su
mujer que tenía que comprar 4 onzas de amoníaco para trapear la casa, pero como
ella no cree, no las compró.
El mundo del disco tiene muchas muestras de este tema, pero no
pretendemos simplemente referenciarlas, sino recoger con el testimonio de
discómanos que han vivido esas situaciones, el caso de discos que parecen tener
extrañas influencias.
Sí, claro, desde hace mucho tiempo los compositores e
intérpretes han venido ocupándose del caso:
“El otro día yo fui/a casa de un babalao/pa’que mirara mi
cuerpo/porque yo estaba salao/”.
El hermano Juan de la guaracha “Cuídate bien”,(1) que tanto
se bailó en su tiempo, y el “Bambarito” de la Casino de la Playa(2), constituían
verdaderas campañas publicitarias para uno y otro a niveles de ahuyentadores de
espíritus.
El trío San Juan y los Tres Diamantes en sus respectivos
momentos, hicieron sucesos con su “Brujería”(3) el primero y con “Embrujo”(4)el
segundo y juran y perjuran los cronistas de la época, que hubo una vieja que
mataba con brebajes a los novios que su hija tenía.
Celina contaba para aquellos mismos tiempos, que “Reutilio
tenía muy mala entraña porque le habían trabajado con cabildos y bailes
santos, con bembés y lo demás, para ponerle la cabeza donde tenía los pies”(5)
Exceptuando la canción de Napo Baltodano donde se lucieron
Los Diamantes, en los demás casos el amansaguapo, la hierba Luisa, la Mejorana, y
sobre todo el rompe saragüey fueron los antídotos eficaces, las contras seguras
para salvar a las víctimas del hechizo
Al Bobby Capó en cambio no le fue muy bien porque a él le
trabajaron en la parte sentimental sin que le dejaran recursos para salvarse,
quedándole solo la opción de preguntarle a la mujer que le “trabajó” dónde había
conseguido su brebaje para darle él uno igual. Esto sucede en su bonito bolero
“Bruja”(6) que muchísimo pegó en el año 52.
Por los lados parroquiales, a Jaime Alvear lo clavó una tal
Leonor que hizo que desde entonces lo llamaran “El Embrujao”(7),desde cuando
grabó con ese título una pieza bailable.
Si tanta gente se ha ocupado tantas veces de este tema de
los hechizos y sortilegios,por algo será, no les parece.
Sin embargo tocando o no tocando su lírica ese argumento,
hay discos brujos, para bien o para mal, y lo mismo que la camisa,el pantalón,
los zapatos, cierta persona, una casa, u objeto cualquiera de la misma, pueden
determinar en un momento dado la extraña sensación que hace daño, hay discos
que producen idéntica aprensión.
El “Espíritu burlón”(8) es uno de ellos, tal vez por la
serie de situaciones tan desagradables que narra en su letra.
Mas recientemente el “Mala suerte(9)” de Henry Fiol no puede
ser más explícito en la materia de tipos con saladera y eso nos hace pensar
nuevamente en que algo debe existir en el fondo.
Si siete son los vicios y las virtudes, siete los pecados
capitales, y los jinetes del Apocalipsis y siete también los días de la semana
y las notas musicales, por lo menos se debe perdonar a quien le encuentre
alguna relación a ciertas canciones con el asunto de la saladera.
Le explico: igual que Ud. Se siente incómodo cuando se
encuentra con alguien que ya tiene registrado en el combo de los “salaos”, así
hay canciones que cuando las escucha, ud sale corriendo a cambiar la emisora o apagar el equipo
porque teme, con razón, que le va a ir mal ese día.
Y digo con razón porque ya van más de tres veces que,
escuchando ese disco, le ha ocurrido algo desagradable.
Sí, ya sé que esto parece tremendista, pero le aseguro que
ha ocurrido, y esto ha convertido a ciertas personas en seres temerosos,
huidizos que ya ven en cualquier cosa
algo malo y exclaman con frecuencia: cuidado, eso es de mal agüero.
No se puede precisar, eso sí, si la costumbre de ver fantasmas
en todo les hizo hasta escucharlos en las canciones, o si el proceso fue a la
inversa, pero es la verdad; existe gente
que le teme a que le pongan los zapatos sobre una silla, a que sienten a un
bebé en una mesa,a que se le derrame el café, a ponerse unas medias al revés, o
a pisar cierta tierrita rara en la puerta de su casa.
Ese es el mismo tipo que si pudiera Ud. Entrar a su casa a
las 7 de la mañana de un lunes, lo vería lavando la suela de los zapatos, antes
de prender la velita a las ánimas del purgatorio. No, no se trata de un desquiciado. Es un individuo perfectamente normal, pero tiene sus creencias y
hay que respetárselas, especialmente cuando uno piensa que, si no en
la intensidad que él, también a uno le han dejado al menos pésimos recuerdos
ciertas canciones que vivieron su época de popularidad concomitante con muchas
cosas desagradables para uno.
Ahora, que lo que a uno le cause mal a otro le produzca
placer si es la eterna contabilidad de la vida, el debe y haber de la suerte
casquivana y esquiva que con todos no es igual, pero la historia del disco que
ha consignado los episodios vividos en todos los tiempos y lugares, avala la
teoría que,…de que las hay las hay y el trabajo será encontrarlas.Mejor aún:
que lo encuentren a uno, en cuyo caso ya no sería mejor, sino peor.
Pero como no hay mal que dure cien años, el creyente
fervoroso de esas cuestiones llega también a superarlas, porque de tanto bregar
en el cuento, pierde su manía de lavar los zapatos, de apagar el equipo y de
horrorizarse por un remiendo en la camisilla.
Y lo pierde, no porque renuncie a sus creencias, sino porque
los zapatos que se rompieron en mala parte no permiten lavados que empaparían
su interior, el equipo está empeñado, ya no se usa camisilla porque el almacén
donde fiaban cerró el crédito y hasta las ánimas de pronto se quedan sin
velitas porque el IVA también cobijó el producto y entre comprar la vela o la
papeleta del café tinto, lo único para
desayunar, la elección no es dudosa.
Y si Ud. Piensa que esta crónica es exagerada o la califica
de cruel o pesimista, cambie inmediatamente de actitud porque los Viernes son
días cabalísticos y al escéptico toca recordarle: cuidado con lo que haga un
Viernes. Puede ser de mal agüero..
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